Luego de unos breves minutos, Jungkook se levantó del suelo y se limpió las lágrimas, sintiendo la rabia y la impotencia viajando por sus venas a gran velocidad, y no lo pensó dos veces cuando comenzó a correr hacia la casa de Taehyung.

Si bien había ido pocas veces a esa casa, recordaba perfectamente el camino hacia ella.

Nunca había sido bienvenido allí, pero tampoco le importaba.

De todas maneras no iba allí para hablar.

Reconoció la fachada blanca de la gran casa y recordó todas las veces que se escabulló por la ventana de la habitación de Taehyung para regalarle una flor, o para darle un abrazo y sacarle una sonrisa.

Sonrió mientras se agachaba para coger algunas rocas del suelo, anticipándose a lo que iba a hacer, y con toda la seguridad del mundo, arrojó una por una a todas y cada una de las ventanas, rompiendo los vidrios y descargando un poco de su ira con eso.

Contempló unos segundos lo que consideró su obra maestra, y no fue hasta que vio como los padres de Taehyung salían de la casa que gritó todo lo que había callado durante mucho tiempo.

-¡Hijos de puta!-

Y salió corriendo una vez más.

Tenía otra parada que hacer.